La empresa LAN le negó a un joven con autismo abordar su vuelo a pesar
de que su madre abonó por el mismo sin arancel diferenciado ni la
empresa pudo justificar su actitud. Viernes, 02/08/2013 | 20:03 hs (Nota original de El Cisne - publicación dedicada a temas de dispacapacidad)
SALTA. [Nota de El Intransigente] - El episodio ocurrió el pasado
lunes 29 de julio, cuando Valeria se presentó con sus tres hijos (19, 13
y 10 años) en el mostrador de la empresa
LAN. El objetivo era abordar el vuelo LA 4113, desde
Salta y
con destino a Buenos Aires. Allí, personal de la empresa le pregunta a
la madre qué enfermedad padece Luis, el mayor de sus hijos. Cuando ella
refiere que es
autista y
sordomudo automáticamente le informan que había una nueva "disposición",
que "por ley" una persona autista no puede viajar en avión. Ante el
desconcierto y sinsentido del comentario pidió que le mostraran dicha
disposición o ley de la que hablaban. Nadie sabía ni dónde consultarla
ni quién había dado dicha orden según el sitio de turismo El Cisne.
La Supervisora de LAN, María de los
Angeles D´Andrea, no solo confirmó que no podrían abordar el vuelo, sino
que además solicitó el certificado de discapacidad de Luis, el cual se
le presentó (aunque bajo ningún concepto es necesaria ni obligatoria su
presentación). Luis, como toda la familia, pagó la tarifa completa sin
ningún descuento, ni se pidió atención especial alguna ni ayuda para
abordar.
Esta discusión se extendió sin que
apareciera ningún supervisor (ni de LAN ni del aeropuerto de Salta), ni
la ley a la que se referían. Algo lógicamente impracticable porque dicha
ley “no existe”. Vale aclarar que en la actualidad el Ministerio de
Turismo provincial hace denodados esfuerzos dirigidos especialmente para
que
Salta sea un destino amigable para las personas con
discapacidad.
Nada de esto importó al personal de
LAN, quien siguió con la negativa de que Luisito abordara el vuelo, ya
que según la supervisora D`Andrea, “él podía ser un
autista peligroso” (palabras textuales).
Como dato adicional, y ante la
requisitoria de El Cisne, Valeria nos refirió que “de pequeño a Luisito
tuvieron que extirparle ambos testículos, y debido a su falta de
hormonas quedó flacucho y petisito”; así que a pesar de tener 19 años
parece un nene de 12.
A continuación, siguieron apareciendo
nuevos requerimientos para que Luisito pudiera viajar. La misma
supervisora sostenía que era obligatorio presentar un certificado médico
realizado en el día, donde el profesional debía indicar que la
persona/paciente no era peligrosa y podía viajar. Obviamente, la madre
volvió a preguntar de dónde sacaba eso, dónde estaba escrito, quién
había dado dicha orden; y lógicamente, no obtuvo respuesta.
Mientras tanto, Carlos, el padre de
los chicos, que no viajaba con ellos, dio la orden para que le
devolvieran el equipaje y se llevó a Luisito al auto, ya que estaba
nervioso y sollozando (sí, aunque muchos no lo sepan, hasta los autistas
sordomudos perciben la tensión y sufren de las situaciones
estresantes). Para completar la inentendible atención de LAN, le
informaron a Carlos que si se retiraban sin embarcar perderían el valor
de los pasajes. Observación totalmente innecesaria, por lo que Carlos
sostuvo que les iniciaría una demanda judicial si su familia no
embarcaba.
La madre se quedó junto a sus otros
hijos y siguió discutiendo indignada (y con todo el derecho) mientras
los chicos lloraban y la menor vomitaba de los nervios. Valeria empezó a
los gritos explicándole a todos los pasajeros del vuelo de LAN y de
Aerolíneas Argentinas, que también estaba por salir, que no dejaban
abordar a su hijo porque era autista. Afortunadamente la mayoría de la
gente no solo entendió el problema, sino que la apoyaron. Incluso a
pesar de que por culpa del “salvaje de Luisito” el vuelo se demoraría
aun más.
Finalmente, personal de LAN se dirigió
al vehículo donde se encontraba Luisito y su padre, y les comunicaron
que los dejarían embarcar a todos. No hubo ningún tipo de pedido de
disculpas, ya que parecería ser que los dejaron embarcar como "una
excepción".
Ya arriba del avión, el piloto se
acercó para informarles que no se preocuparan y que "entendían su
postura", a lo que Valeria contestó que no era ninguna postura sino el
derecho de su hijo.
Resulta lamentable la actitud de la
empresa, el personal demostró no solo ser ignorante (cosa que se puede
perdonar ya que no es obligatorio estar informado de todas las
enfermedades y discapacidades), sino también no estar capacitado para
razonar, solicitar información a un superior o reconocer un error
garrafal. [Nota de El Intransigente]
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